Cultura digital, narraciones transmediales y nuevas subjetividades
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Diseñar estrategias didácticas en consonancia con la complejidad que plantean los avances tecnológicos, las demandas de las nuevas formas de la subjetividad y del uso predominante de los dispositivos tecnológicos de la información; implica reconocer transformaciones procedimentales, tanto en la manera de adquirir conocimientos como en la propia forma de organizar y administrar la educación. Nuestra experiencia nos permite afirmar que los procesos de enseñanza y aprendizaje se ven enriquecidos con las narraciones transmediales que, “a través de diversos medias” (Jenkins, 2011), operan como puertas de acceso al conocimiento; promoviendo procesos creativos, desde la perspectiva de utilizar la información y los conocimientos de forma nueva y de encontrar soluciones divergentes para los problemas, potenciando así la dinámica en los talleres (Corbalán, 2008).
El aislamiento físico en el que aún nos encontramos, acentuó la necesidad de utilizar los procesos de virtualización digital en las prácticas del taller que, si bien ya se encontraban instalados como apoyo a la presencialidad, revistieron una importancia sustantiva, constituyéndose en el instrumento que nos permitió aproximarnos al objeto de estudio. Contexto disruptivo que atravesó a estudiantes y docentes y planteó, por un lado la emergencia de encontrar nuevas respuestas de forma casi urgente y por otro la oportunidad de diseñar una propuesta de enseñanza, que de la mano de las tecnologías, resultó un desafío colectivo en el que se experimentó con nuevos medios y modos de relación entre los actores educativos, resignificando los aprendizajes y posibilitando la investigación de nuevas formas de interacción y comunicación propias de los entornos virtuales en los procesos de comprensión y construcción del conocimiento.
Nuestro rol de activadores de problematizaciones en la transposición de la teoría a la práctica, se conjuga con el de facilitadores del proceso cognitivo de transformación de la información en conocimiento; interpelando a los estudiantes para despertar y sostener la curiosidad asociada a la necesidad de provocar conductas exploratorias.
Los territorios creativos de encuentro y trabajo colaborativo, se expanden a través de las redes a la manera de “telaraña” (Temporetti, 2002); constituyéndose en instrumentos mediadores entre los estudiantes y el mundo; intentando reconvertir hacia el interior del aula taller, el potencial de las nuevas subjetividades; entendiendo a la subjetividad como entidad externa al sujeto (Rojas Navarro, 2018), resultante del impacto con el hábitat y transformadora de su habitar, como una nueva manera de ser en el mundo. Nuestro entorno creativo de aprendizaje es el Taller, experiencia operativa, indagatoria y exploratoria. El estudiante deberá distanciarse, mirar desde otro lugar, operando sobre el espacio desde dentro de él, siendo parte transformadora del mismo. El proyecto arquitectónico consiste en imaginar estos espacios como mundos para el desarrollo de la vida humana, y es en el taller donde se construye la mirada proyectual, en el “ENTRE”, en la dialéctica entre el sujeto y el hábitat, reconociendo la dimensión proyectual como una cuestión expresiva y poética, como una instancia de intercambio de sentidos a partir de la construcción, reconocimiento y manipulación de códigos que hibridan lo racional con lo sensible. Estos códigos generan miradas y narraciones a partir de las cuales el sujeto se orienta, adjudica sentido y finalmente crea.
Haciendo énfasis en la utilidad del modo de pensamiento narrativo, Bruner sostiene que él mismo permite “derivar lo desconocido de lo conocido” (Bruner, 1997), comprender y construir conceptos más abstractos a partir de situaciones cotidianas.
La migración del taller de manera completa a la virtualidad nos permitió ensayar la modalización de nuestras prácticas presenciales atendiendo a las particularidades del perfil del estudiante y a la necesidad de iniciarlos en el armado de narraciones espaciales mediadas por dispositivos transmediales, que enriquecieron la construcción de la mirada proyectual.
De esta manera el dispositivo áulico, opera como entorno didáctico donde convergen distintos recursos, imágenes, libros, películas, videos, hipervínculos hacia otros espacios; que se expanden a través de las redes, a la manera de “telaraña” (Temporetti, 2010), entramados de información con los que el estudiante conforma su mapa conceptual.
Con esta instrumentación y con la convicción de que estamos navegando un nuevo paradigma en educación siendo partícipes de profundas transformaciones, podemos hablar de algunos cambios en los espacios y en los sujetos, que llegaron para quedarse.
Nuestras prácticas fueron reformuladas identificando las cualidades de las formas de la subjetividad, contexto representado por una sociedad del vértigo, del predominio de la imagen, de la instantaneidad, del goce exigido, del consumo generalizado; buscando generar actividades, acciones y operaciones, teniendo como meta principal que los estudiantes se reconozcan como futuros proyectistas y transformadores de su hábitat. El espacio de encuentro con los estudiantes también fue adquiriendo otras características, constituyéndose en un instrumento mediador entre los estudiantes y el mundo como entidad de análisis, intentando reconvertir hacia el interior de los espacios taller, el impacto de las nuevas subjetividades, entendiendo, como afirma Sebastián Rojas Navarro (Universidad Católica de Chile, 2018) a la subjetividad “como emergente de un proceso complejo de co-afectación con el mundo”.
Para la actual generación que tiene naturalizado el uso de los dispositivos tecnológicos, resulto sencillo la utilización de los mismos en el ámbito del taller, permitiendo el diseño, elaboración y circulación de estrategias comunicacionales transmediales. Esta nueva manera de mirar, con una percepción fragmentaria y discontinua de la realidad que se conecta “con todo y con todos”; que comparte nuevas pautas y modos de relación, de pensamiento, de organización, registro y procesamiento de la realidad implicó también, una nueva manera de enseñar y comprender el mundo.
Transformado en un espacio virtual de encuentro, nuestro taller, recuperó el sentido del espacio en su “dimensión simbólica a través de iconos e interfaces que recrean espacios físicos pero que se encuadran en un monitor” (Lion, 2005). Se redoblaron los esfuerzos para que este espacio de encuentro opere como un laboratorio de intercambio de experiencias; donde tanto en tiempos sincrónicos como asincrónicos, se promuevan estrategias didácticas para la elaboración de proyectos trabajados en grupo y en forma colaborativa. Un espacio donde docentes y estudiantes establecieron nuevas formas de relación que resignificaron los aprendizajes, desdibujándose, por momentos, los contornos de las jerarquías propias de la enseñanza universitaria.
Se trabajó en espacios colectivos, compartiendo bases y archivos de información, y diversos instrumentos y recursos que configuraron alternativas tanto en las prácticas comunicacionales como en la producción y desarrollo de proyectos. Las habilidades y formas de pensamiento propias del lenguaje transmedial permitieron reelaborar y manipular los procesos de diseño que se construyen con relatos audiovisuales, croquis secuenciales y aproximaciones al sitio, a los que se le suman recursos hipermediales, como instrumentos para la construcción de conocimiento. Para hacer posible estas tareas y con la voluntad de recuperar la apelación a datos comprobables, fue necesaria la mediación del docente como organizador de la información contextualizando la polifonía de voces y la abundancia de recursos muchas veces inconexos, estableciendo relaciones lógicas y significativas entre ellos, para transformarlos en conocimiento. Como advierte Alejandro Piscitelli, “la cuestión fundamental se encuentra en la gestión de la información y en plantear las preguntas correctas para reducir la complejidad y decidirnos por lo verdaderamente significativo” (Piscitelli, 2011). Con mayor énfasis nuestro desafío fue despertar la curiosidad como activador de la búsqueda por conocer y sostenerla en el tiempo, ejercitando la construcción necesaria de voluntad a largo plazo, debilitada en los entornos educativos.
Con las “enchinchadas” virtuales en muros colaborativos (padlets) se pudo ejercitar el debate argumentativo de relatos e intercambio de ideas. Esto propició una actitud de compromiso con el equipo, valorando que el “otro” existe y que necesitamos del “otro” para construir conocimiento. El proyecto no existe en el silencio. Fue necesario que las prácticas incentiven la participación y el diálogo, favoreciendo que los estudiantes se sientan libres y en un ámbito confiable, perdiendo el temor de generar un aporte a partir de su mirada.
Cambiaron los tiempos dentro del taller. La inmediatez en las respuestas que no siempre se razonan con el tiempo suficiente, nos hizo pensar en la posibilidad de provocar acciones guionadas, incorporando la necesidad de la pausa. Interpelándolos para que predispongan su cuerpo, sus gestos, su voz, su mirada, en función a despertar el resto de los sentidos y ser partícipes de experiencias novedosas, reconociendo que lo novedoso incentiva la curiosidad.
Fue necesario ajustar y sensibilizar nuevas prácticas con docentes comprometidos y conectados, con nuevas habilidades y preocupados por suturar las propuestas pedagógicas con la lógica de la tecnología. “La necesidad de construir un educando cómplice es correlativa a la necesidad de construir un educador abierto”. Nos enfrentamos al DESAFÍO COLECTIVO como comunidad educativa, de seguir planificando estrategias didácticas tendientes a aludir, interpelar, motivar e incentivar a los estudiantes.
El 2021 nos encuentra revisando nuestras prácticas en función a aproximarnos a un pleno disfrute del espacio que diseñamos, ajustando el manejo del tiempo y de los intervalos en pausa, para tomar distancia, evaluar procesos y re-crearnos.
“Desde esta perspectiva, el arte de enseñar, no consistió solamente en el dominio de las técnicas de transmisión de los saberes, sino también en la capacidad y el virtuosismo para construir problemas frente a los cuales se nos vuelva imprescindible volver a pensar” (Sztulwark , 2015).
CORBALÁN BERNÁ, Javier (2008) ¿De qué se habla cuando hablamos de creatividad? Cuadernos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales – Universidad Nacional de Jujuy, núm. 35 Universidad Nacional de Jujuy, Jujuy, Argentina
TEMPORETTI, Félix (2008). “Retos educativos del siglo XXI desde la perspectiva de América Latina” Madrid.
TEMPORETTI, Félix (2002). “La clase ha muerto; viva la clase!”. Del Libro Pedagogía Universitaria de Menin, Ovide, Rosario, Homo Sapiens.
TOSELLO, M. E.; PIERAGOSTINI, P. A. (2020). Transmedia educativa: cuerpos, mediaciones y aprendizajes. V!RUS. , SãoCarlos, n. 21, Semestre 2
ROJAS NAVARRO, Sebastián (2018). “Nuevas subjetividades: una aproximación poshumanista y material a los procesos de encuentro entre niñas, niños y psicoestimulantes”. Psicología, Conocimiento y Sociedad 8(2) 170-193, (noviembre 2018–abril 2019) Trabajos originales.
BRUNER J. (1997). La educación, puerta de la cultura. Madrid: Visor: P. 69
LION, Carina (2005). “Nuevas maneras de pensar tiempos, espacios y sujetos”, en LITWIN, (comp.). Tecnologías educativas en tiempos de Internet. Madrid. Amorrortu Editores.
PISCITELLI, A. (3 de diciembre de 2011). La sociedad inteligente será hija de la política, no de la tecnología. Filosofitis.
SZTULWARK P. (2015). Componerse con el Mundo. Modos del pensamiento proyectual. Sociedad Central de Arquitectos. Buenos Aires.
Especialista en Didáctica del Proyecto
Arquitecta
Arquitecta
Arquitecto
Arquitecto
Currícula · Estrategias Pedagógicas · Recursos Didácticos
XII Congreso Latinoamericano de Enseñanza del Diseño. Universidad de Palermo. 2021