La participación en un trabajo de investigación en la Carrera de Arquitectura y Urbanismo, en el contexto de “Ciudades Creativas: aportes a la enseñanza del arte y el diseño”, posibilita extender los límites de los talleres proyectuales estableciendo puentes con una problemática específica, que al contar con un sólido apoyo desde las estrategias públicas, permite el reconocimiento, participación y evaluación en forma directa del impacto que las acciones propuestas, tienen sobre la ciudad y la sociedad en su conjunto.
En este sentido, se entiende al arquitecto como un operador transformador de la ciudad, por lo que, se propone en la investigación, tomando como contexto las políticas actuales del Gobierno de la ciudad de Santa Fe, poner énfasis en intervenciones que promuevan la participación y la igualdad en la ciudad.
A partir de la elaboración de un diagnóstico en diferentes sectores urbanos, esta investigación pretende contribuir descubriendo el potencial en cada una de las áreas, instalando capacidades en las personas para avanzar en la construcción de espacios de los que puedan apropiarse. El Urbanismo Táctico es una respuesta a los inconvenientes del proceso convencional de desarrollo de las ciudades, que involucra a los vecinos en la construcción misma de la transformación urbana anhelada (Lydon, M., y García A., 2012). También, aunque el contexto y el motivo son diferentes, Jane Jacobs (1961) expresa que la inclusión de la ciudadanía en la creación del espacio urbano es esencial para afrontar los nuevos desafíos. “Las ciudades tienen la capacidad de proveer algo para todo el mundo, sólo porque, y sólo cuando, están creadas por todos” (Jacobs, J., 1961).
Así, se pretende configurar herramientas útiles como dispositivos proyectuales para la generación de propuestas creativas.
Se propone, entonces, el trabajo mancomunado con los programas en desarrollo por parte de la Municipalidad de Santa Fe: Santa Fe, ciudad resiliente, y Urbanismo Táctico.
En este contexto donde el conocimiento es el recurso estratégico, que permite observar de manera aguda los fenómenos característicos de cada región, se busca potenciar el desarrollo de ideas creativas tanto en el diseño como en las economías locales, con la activa participación de los vecinos.
Estos dispositivos pretenden dinamizar procesos de crecimiento y desarrollo en distintos barrios de la ciudad de Santa Fe. En este caso, operaremos en el fragmento de Parque del Norte, que actualmente se encuentra dentro de un programa de desarrollo de espacios públicos en el sector norte de la ciudad.
El arquitecto interviene como agente transformador del fenómeno de la ciudad; con una mirada atenta a la dimensión social, que implica reconocer la complejidad del sujeto en relación con otros sujetos y con el hábitat; tomando a la ciudad como territorio donde interactúan todos los diseños y las artes. Desde este enfoque, la investigación pretende generar nuevos entornos creativos en espacios que se presenten potencialmente como campos de acción, innovación y creatividad en la ciudad (“Santa Fe, ciudad resiliente”), convirtiendo a la misma en un laboratorio de experiencias orientadas al mejoramiento del hábitat y a la búsqueda de identidad de estos espacios con la participación activa de la ciudadanía (“Urbanismo Táctico”).
La presente investigación “Urbanismo Táctico: creación de espacios con participación ciudadana. El caso del Parque Norte en la ciudad de Santa Fe” se concibe dentro de Ciudades Creativas por ser una aplicación del término utilizado por Charles Landry, quien entiende que la cultura es clave para el fortalecimiento de la innovación de una ciudad, la revitalización de su economía y su capacidad para adaptarse a los cambios globales. A su vez, enfatiza que las ciudades creativas se vinculan con cinco palabras claves: curiosidad, imaginación, creatividad, innovación e invención (Landry, 2000).
De cierto modo, se encuentra análoga a la definición que expresa Carlos Churba (2014) cuando sostiene que actualmente existe un grupo de conceptos que van prefigurando una realidad que se avecina. Es posible, entonces, considerar dentro de este grupo al Urbanismo Táctico como una estrategia innovadora creativa (Churba, 2014).
Así, el Urbanismo Táctico se alza como una metodología para hacer ciudad, a través de acciones concretas a corto plazo para planificar a largo plazo, con la participación de los ciudadanos involucrados en el proceso. También, el método con el cual el Urbanismo Táctico interviene en el sitio, guarda relación con la idea que expresa Landry (2000) de entender la ciudad como un organismo de enseñanza.
En relación con el modelo de Ciudades Creativas, la creatividad y la innovación adquieren un rol protagónico para la configuración de ciudades que se construyen como espacios de convivencia, de innovación y creatividad (Pieragostini, 2016). Respecto al involucramiento ciudadano, Francisco García García (2017) entiende a la ciudad como el espacio de construcción colectiva por excelencia, donde confluyen la actividad de todas las ciencias, el sentido de todas las miradas, el deseo de todas las conquistas humanas y la solidaridad de toda generosidad.
La ciudad es la cristalización de la actividad creativa del hombre, la solución a los problemas que surgen en el vivir cotidiano y la expresión de las acciones humildes y egregias de la cultura humana. Es contenido y continente, actividad y descanso, lugar de encuentro y punto de partida, soledad y muchedumbre, bullicio y silencio. (García García, 2017).
Por lo dicho, la investigación constituye una contribución a “Ciudades Creativas: aportes a la enseñanza del arte y el diseño”, siendo de especial interés para reflexionar sobre la incorporación de recursos que intervienen en la construcción colectiva de procesos creativos.
En términos ambientales y paisajísticos, la ciudad goza de una posición singular en virtud de que sus límites son mayoritariamente fluviales y más del 70% del territorio está conformado por ríos, lagunas y bañados (Figura 1). Además, se puede decir que el proceso de urbanización que se dio durante el siglo pasado sobre los valles de inundación de los ríos Paraná, al este, y Salado, al oeste, en simultáneo con el desarrollo del ciclo de crecientes ordinarias y extraordinarias de los ríos que provocaron daños, exigieron la construcción de defensas y obras complementarias (Aguirre Madariaga, 2009). Lo dicho, es importante para entender el proceso actual.
En 2007, unos meses después de la inundación por precipitaciones que azotó la ciudad, con graves consecuencias para la población, y en un contexto global amigable para la producción de propuestas creativas e innovadoras, Santa Fe decidió hacer de la gestión de riesgos una política de estado. Así, a partir de la inclusión en el programa 100 Resilient Cities de la Fundación Rockefeller, formalizó su estrategia de resiliencia. Para caracterizar la estrategia, es conveniente comenzar definiendo aquello que entendemos por resiliencia. Según la Real Academia Española (2019), el término deriva del latín resiliens que significa la capacidad de adaptación de un ser vivo, en este caso la ciudad, contra un agente perturbador o un estado adverso.
La estrategia de resiliencia se organiza a través de cuatro pilares, trece objetivos y cincuenta iniciativas que contribuyen a la visión de la ciudad. Los pilares, están construidos a partir de los impactos detectados, ilustrando el enfoque transversal de la misma. Agrega, además, la aspiración por una ciudad que se anima a innovar y transformarse, a liderar el desarrollo regional y crear oportunidades de crecimiento para todos, siendo capaz de aprender de sus problemas y superarse, con una comunidad activa, que valora la vida y convive con sus ríos (Santa Fe Ciudad, 2019). Según lo expresado, la estrategia de resiliencia prevé determinadas obras para cumplir con los distintos propósitos. Urbanismo Táctico. Según la División de Población del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (2018), la población urbana mundial creció rápidamente de 751 millones, en 1950, a 4200 millones, en 2018. El continente asiático, a pesar de su nivel de urbanización relativamente bajo, alberga al 54% de la población urbana del mundo.
Posiblemente, para el año 2050, la población urbana alcance los 6,7 mil millones de habitantes, aumentando en un 68% respecto a los 4,2 mil millones actuales (Figura 2), en el cual, aproximadamente el 90% del incremento pertenece a Asia y África, aun siendo continentes cuyo nivel de urbanización no excede el 50%. El análisis también observa que, hoy en día, América Latina y el Caribe están entre las regiones más urbanizadas del mundo, con el 81% de su población viviendo en áreas urbanas, en 2018, después de América del Norte con un punto por cierto más.
La estimación de Whole Earth Discipline (2009) se aproxima a la desarrollada up supra cuando expresa que: Al ritmo actual, 80% de la humanidad será urbana para mitad de siglo. Cada semana hay 1,3 millones de nuevas personas en las ciudades, lo que se traduce en 70 millones cada año, década tras década. Es el movimiento más grande de personas en la historia.
En términos conceptuales, podemos estar hablando de Megaciudades, término utilizado por Manuel Castells (1997) que las caracteriza como “constelaciones territoriales discontinuas hechas de fragmentos espaciales, piezas funcionales y segmentos sociales” (p. 52).
En relación a lo dicho previamente, José Manuel Guzmán (2015), integrante del Instituto de Estudios Regionales y Urbanos de la Universidad Simón Bolívar, enfatiza los atributos que gozan las ciudades como la disponibilidad de oportunidades económicas, reducción de la pobreza, menor índice de nacimientos, menor consumo de suelo y mayor sostenibilidad ambiental. De modo que la calidad de vida se convierte así en un desafío para la ciudad.
Posteriormente, explica que sincrónicamente al crecimiento de nuestras ciudades, la capacidad de planificar de los gobiernos nacionales y locales se vuelve más difícil, en consecuencia, es necesario que se exploren nuevas maneras de hacer ciudad. De ahí que la planificación, a cargo del gobierno, se ha trasladado hacia la ciudadanía. Así mismo, aborda los tres paradigmas de la planificación. En primer lugar, el control, a través de la zonificación de usos, multas y normativa, es decir, los incentivos negativos. En segundo lugar, la dirección, a través de la zonificación de formas, subsidios y planificación horizontal y estratégica, los incentivos positivos. Por último, la asistencia, donde el autor nombra al Urbanismo Táctico.
Por consiguiente, se detectan nuevos roles en la ciudad para el gobierno local y el planificador. Para el primero, como director, organizador, generador de confianza, apoyo y flexibilidad institucional, para el segundo, como gestor, promotor, generador de conocimiento, negociador y responsable de las relaciones interinstitucionales (Guzmán, 2015).
Entonces, ¿qué es el Urbanismo Táctico? Para dar respuesta a nuestra pregunta Javier Vergara Petrescu (2013) de Ciudad Emergente plantea que: “Uno de los desafíos de hacer ciudad en la era urbana es el involucramiento de los ciudadanos en la toma de decisiones” (p. 13). Además, agrega que:
Además, es relevante realizar una revisión de los diversos procesos, teorías y conceptos urbanísticos y organizaciones, desde el comienzo del siglo XIX hasta la actualidad (Figura 3), con el propósito de derribar ciertas teorizaciones que entienden al Urbanismo Táctico como una práctica en auge pero con cierta connotación negativa y no, como el resultado de un proceso.
En adelante, deben tenerse en cuenta tres claves que pueden ser útiles. Primero, que el Urbanismo Táctico puede entenderse como un prototipo de corto plazo que puede dotar de información para la planificación de largo plazo. Segundo, que este modo de hacer ciudad no requiere necesariamente de urbanistas expertos, sino al contrario, se construye a partir de grupos de personas empoderadas, entendiéndose como una herramienta para expandir las capacidades de las personas y promover una ciudadanía activa. Finalmente, el desafío del Urbanismo Táctico en Latinoamérica implica reconocer el valor de las acciones informales en el espacio público y orientarlo en forma de políticas públicas urbanas inclusivas de largo plazo (Vergara Petrescu, 2013).
Como expresa Guzmán (2015), aunque el papel de las intervenciones de gran escala siempre será importante para el desarrollo de una ciudad, es imprescindible reconocer que los espacios residuales y los espacios de la ciudad importan, por más pequeños que sean. El Urbanismo Táctico no sólo reconoce estos espacios sino la necesidad de colocarlos al servicio de la ciudad y la ciudadanía, definiéndose como un modo de intervenir a corto plazo, otorgándole un uso al espacio no utilizado o reutilizando el espacio subutilizado, instigar al cambio, promover la participación y generar propuestas en el ámbito local.
En cuanto al lugar de emplazamiento del Parque Norte, podemos decir que se encuentra en el límite norte de Santa Fe, siendo el único que tiene continuidad física, y es considerado el desborde natural del casco urbano territorial. Aquí, el Observatorio Urbanístico del Área Metropolitana Santa Fe-Paraná (2011) reconoce que, aunque la extensión de la ciudad hacia esta orientación, ha sido mediante un proceso paulatino de urbanización, donde la apertura de calles, la delimitación de manzanas y del parcelario han sido instrumentos que han dotado al sector la condición de suelo urbano, no ha sido seguido por la extensión de infraestructura, ni por la provisión de equipamiento acorde a la dimensión del crecimiento, dando lugar a una ciudad signada por la precariedad física, social y simbólica.
De ahí que se advierte esta situación a partir de ciertos rasgos, en primer lugar, la discontinuidad de la trama, producto de la convivencia de uso rural y urbano, generando sectores aislados y dificultando la accesibilidad. En segundo lugar, la creación de viario precario, donde las calles de tierra condicionan el uso de transporte público y privado, siendo más grave la situación en épocas de lluvia. En tercer lugar, la falta de saneamiento ambiental en los márgenes de las cavas y el ex Relleno Sanitario Municipal, que actúan como límites de crecimiento, condicionando sus entornos más inmediatos. En cuarto lugar, la ausencia de servicios básicos, aún sin asegurar completamente la provisión de agua potable y la inexistencia del servicio de cloacas y gas natural. En quinto lugar, una cantidad de equipamientos educativos mínimos que no alcanzan a cubrir la demanda. En sexto lugar, la escasez de áreas comerciales que ayuden al abastecimiento de las nuevas áreas urbanizadas, encontrándose en una posición más desfavorable, en relación a aquellas personas que viven próximas a las avenidas que circundan el área y encuentran comercios consolidados. Por último, la inconstante creación y mantención de los espacios recreativos públicos, que dificultan el uso y la apropiación por parte de los vecinos, advirtiéndose también la falta de intervenciones del sector público que actúa profundizando la división de ciertos sectores urbanos (Observatorio Urbanístico del Área Metropolitana Santa Fe-Paraná, 2011).
Aun cuando se observan problemas irresueltos, es importante destacar la actuación del Municipio de Santa Fe, desde el programa existente Santa Fe ciudad resiliente, para revertir la situación actual “de la ciudad, fragmentada y excluyente, hacia una ciudad integradora y facilitadora del acceso equitativo de derechos para todos sus miembros” (Observatorio Urbanístico del Área Metropolitana Santa Fe-Paraná, 2011, p. 18). “Por supuesto, exige entender la planificación urbana como parte de un proceso de articulación entre múltiples agentes internos y externos al barrio involucrados a partir del conocimiento sobre los principales factores que determinan o condicionan la gestión de la ciudad” (Observatorio Urbanístico del Área Metropolitana Santa Fe-Paraná, 2011, p. 18).
Desde 1980, Santa Fe dispone de: “Un Plan Director que a través de los Reglamentos de Edificaciones, Urbanizaciones, Subdivisiones y de Zonificaciones, ha tratado de dar una respuesta racional y orgánica al proceso de urbanización y crecimiento de la ciudad” (Observatorio Urbanístico del Área Metropolitana Santa Fe-Paraná, 2011, p. 18).
Sin embargo, estos instrumentos no han logrado ser el marco para la instalación de mejoras sustanciales, evidenciándose en la deficiente calidad del hábitat de la expansión urbana que ha completado la casi totalidad del suelo municipal santafesino en estas últimas décadas, cuyas características más determinantes son la precariedad y la segregación. (Observatorio Urbanístico del Área Metropolitana Santa Fe Paraná, 2011, p. 6)
Así, el Urbanismo Táctico se revela como una estrategia creativa de articulación entre diversos actores. Debido a que los proyectos de pequeña y mediana escala, también requieren de la participación de políticos, desarrolladores, planificadores y sociedad civil, evitándose muchas veces esta última para acelerar la aprobación o construcción de un proyecto en particular, desconociendo que son los ciudadanos quienes se ven mayormente favorecidos o damnificados por las decisiones de unos pocos (Vergara Petrescu, 2013).
Actualmente, en Santa Fe, se están realizando intervenciones concebidas dentro del paradigma del Urbanismo Táctico, y particularmente en el Parque del Norte (Figura 4), debido a que es el espacio público que la ciudad proyecta realizar en los próximos años.
Con respecto a la movilidad urbana, se advierten organizaciones que promueven la utilización de la bicicleta como medio de transporte. También, el sistema de bicicletas de uso público denominado “Subite a la bici”, el “Día sin auto”, las bicicletadas masivas o actividades organizadas y la ampliación de veredas o cruces peatonales en la zona céntrica de la ciudad.
En relación con el involucramiento ciudadano, se observa la intervención, a través de la técnica de esténcil, sobre un carril exclusivo para bicicletas ante el incumplimiento por parte de automovilistas.
Sobre el medioambiente, se distingue la convocatoria para la limpieza de parques y playas, con la participación de personal municipal y diferentes instituciones.
Acerca del desarrollo local, se destacan, en el Parque del Norte, los talleres participativos y las intervenciones en el marco de la celebración del primer aniversario del lanzamiento de la Estrategia de Resiliencia.
Para la aplicación de prácticas de Urbanismo Táctico, se sugieren ciertas herramientas cualitativas, cuantitativas e híbridas utilizadas por la Fundación Ciudad Emergente (2011). Como cualitativa, el árbol de ideas (Figura 5) es un artefacto de participación ciudadana que permite sociabilizar las inquietudes de las personas a partir del levantamiento de datos cualitativos. Como cuantitativa, el mapeo participativo es un mapa en el cual los vecinos pueden identificar espacios precisos respondiendo a un interrogante específico, entregando información valiosa desde el saber local a quienes desarrollan un proyecto para el barrio o ciudad. Como híbrida, la encuesta de percepción ciudadana es un instrumento que permite conocer la opinión de los ciudadanos respecto a una problemática, o indagar sobre oportunidades. También, el estudio de vida pública es una herramienta que permite levantar información sobre el comportamiento de las personas en el espacio público, de los elementos físicos que componen dicho espacio urbano y la carga de ocupación de peatones y ciclistas en un área determinada.
En primer lugar, podemos hablar de Santa Fe como una ciudad resiliente a partir de diversas operaciones que lo demuestran. Debemos entenderlo en un contexto global que promueve estas prácticas, la población urbana mundial en aumento demanda nuevas formas de gestión, y local, la gestión de riesgos es una política de estado.
En segundo lugar, el valor del Urbanismo Táctico en Latinoamérica, como revela Javier Vergara Petrescu (2013), responde a una naturaleza propia de desafíos urbanos regionales. La aproximación del Urbanismo Táctico entendida entonces como acciones de corto plazo para generar cambios a largo plazo, pareciera guardar relación con problemáticas ciudadanas de poca participación, inequidad y gobernanza, en oposición a los casos de las ciudades de Norteamérica, donde esta estrategia surge como respuesta a la recesión económica, alimentada por la penetración de internet y los cambios demográficos internos. Petrescu, exalta también el valor del Urbanismo Táctico por generar soluciones livianas, rápidas y económicas realizadas por personas con más creatividad que recursos.
Considerando la significativa presencia de economías urbanas informales en Latinoamérica, las acciones de corto plazo para solucionar problemas de largo plazo se pueden enmarcar dentro de prácticas habituales en la ciudad. Vale decir que aun en las zonas periféricas encontrar acciones rápidas livianas y económicas no es ninguna novedad (Vergara Petrescu, 2013).
Sino al contrario, éstas son de alguna forma parte del ADN de la geografía sociocultural del mundo urbano emergente. Ya sea en el ámbito de la vivienda, la economía local de un barrio o el transporte, en Latinoamérica es posible detectar soluciones ingeniosas, implementadas con bajos recursos, apelando a la creatividad individual o colectiva de las personas. Éstas nacen como respuesta frente a un histórico escenario de escasez que hoy se encuentra en un cruce de caminos: entre una heredada informalidad y una necesaria formalización de los procesos urbanos. (Vergara Petrescu, 2013, p. 17)
En conclusión, el valor del Urbanismo Táctico, así como expresa Guzmán (2015), está en el planteamiento de una alternativa sobre como la ciudadanía y los actores institucionales pueden intervenir en la ciudad comprendiendo que, a mayor nivel de experimentación, mayor será también la información disponible para perfeccionar estas prácticas. Actualmente, existe la posibilidad de que los gobiernos locales promuevan el Urbanismo Táctico desde lo institucional, incluso cuando estas acciones surgen para ser aplicadas en un ámbito no institucional, consolidándose así, en su gran fortaleza.
En un mundo cada vez más urbanizado es necesario promover a la ciudad como los centros de desarrollo. La planificación nos da una serie de instrumentos que debemos utilizar para promover la calidad de vida de los ciudadanos. (Guzmán, 2015, p. 27)
En adelante, la investigación se centrará en el diagnóstico del sitio, siendo necesario el reconocimiento de actividades y acontecimientos que conforman la cotidianeidad de los espacios; la concientización al vecino sobre la necesidad de descubrir las posibles fisuras del sitio, entendiendo el potencial de estos espacios para la generación de nuevos entornos creativos; y el involucramiento de los mismos, a través de la implementación de diversas herramientas de aproximación como análisis de dinámicas urbanas, entrevistas, observación participante y otras, que confluyan en una propuesta dinamizadora del fragmento. Para así luego, responder la hipótesis y registrar la investigación para un posterior aporte.
Además, se proponen algunas estrategias, con el propósito de lograr un análisis más sensible, como cuestionarios, entrevistas, identificación de recorridos, observación participante y no participante, entre otras, que confluyan, en una propuesta espacial acertada. Se intuye, también, que estas estrategias pueden ser el puntapié inicial para la creación de un software que permita agilizar la obtención de información respecto a problemáticas urbanas, entendiéndolo como una nueva herramienta para la participación ciudadana.
Los prototipos urbanos de corto plazo contribuyen a vislumbrar el efecto de largo plazo que tales transformaciones podrían tener en nuestras ciudades. Nos permiten probar (y fallar) rápido y barato, de modo de poder ajustar la estrategia y escalarla, siendo así como muchas de estas pequeñas intervenciones han logrado institucionalizarse dentro de las políticas públicas y replicarse en otros contextos. (García, 2013, p. 64)
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Fotografías
Augusto Domenicone
Estudiante avanzado de Arquitectura
Ciudades Creativas • Urbanismo Táctico • Dispositivos Espaciales
XXVII Jornadas de Jóvenes Investigadores AUGM. 2019