About This Project

La cultura como herramienta en la construcción de ciudadanía

Autora:
Maela Pascullo

El trabajo se propone indagar el rol de la cultura como instrumento de cambio estructural, multidimensional y dinámico en los procesos ligados a la construcción de ciudadanía. A partir del estudio de un caso, se hace foco en la etapa del análisis conceptual del diseño de la política pública. En tal sentido, se busca jerarquizar esta etapa evidenciando que el análisis del diseño no solo permite estudiar la racionalidad y coherencia de una estrategia de intervención sino que también facilita identificar marcos analíticos que posibiliten la proposición de mejoras en el ámbito concreto de diseño de estrategias y realizar conceptualizaciones teóricas a partir de su análisis.
Desde allí, el trabajo se enfoca en reconocer la problemática social a la cual la política pública procura brindar respuesta, teniendo en cuenta el diagnóstico elaborado por el gobierno provincial; identificar desde qué perspectiva teórica se trabajan las nociones de cultura, de construcción de ciudadanía, y la relación entre ambos campos en el diseño de una determinada política pública. Asimismo se propone analizar, en términos generales, las estrategias que se ponen en funcionamiento para fortalecer la construcción de ciudadanía en contextos de debilitamiento de la pertenencia a la comunidad y del ejercicio de la ciudadanía. Por último, se configura un espacio de reflexión acerca de tendencias y tipologías de gestión cultural y una puesta en relación con casos análogos en el contexto de las ciudades latinoamericanas en la actualidad.

El desmantelamiento de los Estados de bienestar hacia finales de los años 80 en los países centrales como EEUU y Gran Bretaña trajo consigo no sólo el debilitamiento de los derechos sociales y su marco regulatorio desde donde pensar la situación de los excluidos, sino también implicó la desintegración de los principios organizadores de la solidaridad (Rosanvallón, 1997 citado por Candioti, 2012). En vistas de la profunda crisis Pierre Rosanvallón (1997) considera que ―(…) la salida es compleja y no puede sino involucrar a toda la sociedad porque, para refundar los mecanismos productores de solidaridad y crear nuevas formas de derechos sociales que no sean abstractas, es necesario generar una nueva cultura política (Rosanvallón, 1997: 214-215 citado por Candioti, 2012: 65).

Esta situación de ruptura de los lazos de solidaridad comienza a gestarse en los países de América Latina a partir del impacto de los gobiernos neoliberales. Según David Harvey (2007) el correlato de la adopción de este tipo de medidas se resume en:

“La destrucción de todos los vínculos de solidaridad social e, incluso (…) de la propia idea de sociedad como tal, abre un enorme vacío en el orden social. Se vuelve entonces especialmente difícil combatir la anomia y controlar conductas antisociales concomitantes que surgen, como la criminalidad, la pornografía o la práctica de la esclavización de otras personas”. (2007: 90).

Asimismo, el autor agrega que la concepción neoliberal de devolver a la esfera de lo privado la responsabilidad por el propio bienestar tiene un carácter doblemente perjudicial: no sólo el Estado deja de lado el sistema de provisión social y recorta al mínimo sus servicios sociales, la asistencia sanitaria y la educación pública; sino que también aumenta el número de estratos de la población que quedan vulnerables al empobrecimiento. Bajo la retórica de un sistema que pone el acento en la responsabilidad personal por los fracasos personales, se culpabiliza a las víctimas de su situación (Harvey, 2007).

En los últimos 30 años implicó un desafío para los gobiernos fomentar el sentimiento de pertenencia de sus ciudadanos a la comunidad en un clima de marcado individualismo, sumado a la crisis de representación política que sobrevino luego de estos regímenes. Concretamente en el caso de Argentina la crisis de representación partidaria entre los años 2001 y 2003 se convirtió en un problema político. El electorado adjudicó la agudización del estancamiento económico, los niveles de pobreza y los episodios de corrupción a los partidos políticos y sus dirigentes. La incapacidad de los partidos para dar respuesta a las nuevas demandas y su dificultad para direccionar las políticas (al estar sujetos a presiones de actores extra-gubernamentales que obstruían la ejecución de los programas propuestos a los electores) dio como resultado el descrédito de la clase política (Torre, 2003).

En relación con ello, la provincia de Santa Fe no estuvo ajena a las consecuencias de la implantación de los gobiernos neoliberales en la década de los 90‘s y la crisis posterior a su caída. En el año 2010 y luego de 3 años de gobierno, el Ministro de Gobierno y Reforma del Estado de la Provincia de Santa Fe, Antonio Bonfatti, afirmaba en uno de sus discursos: “Llegamos a una provincia fragmentada territorialmente, con desigualdades, con un Estado envejecido, al servicio de los amigos, con empresas estatales privatizadas o desguazadas, con clientelismo político y la justicia amañada” (Zysman, 2010: 6).

En diciembre de 2007 el gobierno provincial por medio del Ministerio de Innovación y Cultura puso en marcha el ”Tríptico de la Imaginación”; una propuesta que articula tres espacios públicos culturales: “La Redonda, Arte y Vida Cotidiana”, “El Molino, Fábrica Cultural” y “La Esquina Encendida”. Tal proyecto se enmarca dentro de los objetivos de una propuesta de gobierno provincial integral que tiene como eje el desarrollo humano y el fortalecimiento de la cohesión social. En el “Plan Estratégico Provincial Santa Fe. Visión 2030” se indica en su segunda fase de implementación que el eje es el ciudadano en tanto protagonista junto a sus derechos, con el afán de alcanzar de manera integral el desarrollo. (Ministerio de Gobierno y Reforma del Estado de la Provincia de Santa Fe, 2012).

El proyecto del gobierno provincial comprende la dimensión cultural como parte del desarrollo de la persona, así como también es considerada valor indispensable para la creación de una sociedad más justa y solidaria. Entiende que el espacio público, la cultura y las expresiones artísticas son fundamentales para propiciar el desarrollo de una ciudadanía plena donde el ciudadano se vuelve protagonista (La Esquina Encendida, s.f.).

El presente trabajo busca analizar cómo las políticas públicas culturales pueden ser un instrumento de acción en escenarios que presentan un debilitamiento del ejercicio de la ciudadanía. A tal fin se analizarán las particularidades que adopta el diseño de la política pública provincial denominada “Tríptico de la Imaginación” durante el período 2008/2017 en la ciudad de Santa Fe; un proyecto pedagógico urbano que se presenta como alternativo. Se busca, entonces, incentivar el debate en torno a la cultura como herramienta de cambio estructural, multidimensional y dinámico, y se pone en cuestión la vieja concepción de cultura, por un lado asociada al arte y el espectáculo y, por otro, considerada como un artículo suntuoso y un lujo de las clases altas. Asimismo se busca pensar el rol de los ciudadanos no como públicos o espectadores sino más bien como corresponsables y participantes de un proyecto de comunidad.

El diseño de la política pública

Los análisis centrados en el diseño de las políticas públicas desde una perspectiva contemporánea se abordan con una concepción más integral y holística que los enfoques tradicionales. El análisis del diseño es ante todo un análisis conceptual de la política, que permite configurar el marco analítico que le da sustento.

Una definición concisa refiere a entenderla como “Aquella que analiza y revisa los elementos que justifican la necesidad de la intervención y la forma en que ésta se articula” (Osuna y Márquez, 2000: 29 citado por Bueno y Osuna, 2013: 42). Asimismo Bueno Suárez y Osuna Llaneza (2013) plantean que cuando es el diseño el objeto de análisis, es necesario combinar las visiones que sustentan la formulación de estrategias de intervención pública y la modalidad en que la evaluación de su conceptualización es abordada. Asimismo como aclaración agregan que:

“Siendo procesos superpuestos, no siempre es fácil diferenciar las pautas que proponen los modelos aplicados para la evaluación de diseño de aquellas que guían los procesos mismos de planificación. Parece razonable, no obstante, que desde ambas orillas se compartan algunas lógicas metodológicas y procedimentales (Bueno y Osuna, 2013: 39)”.

A estos fines, se realiza una construcción polifónica que va tramando la voz de quienes diseñaron la política a través de sus creadores, documentos provinciales y teóricos que referencian; la voz de los autores que integran el marco teórico desde donde se definió mirar la problemática en el presente trabajo y la propia voz de quien lleva adelante la investigación que contrasta y examina la coherencia y correspondencia entre los objetivos de la política en torno al contexto de intervención y las estrategias definidas.

Respecto a las estrategias son las medidas a través de las cuales la política pública procura alcanzar sus objetivos. Son las líneas de acción, medios e instrumentos concretos y prestos para la implementación de la política (Bueno Suárez y Osuna Llanesa, 2013).

Diagnóstico del problema social al que la política pública procura brindar respuesta: estado de la ciudad de Santa Fe en el año 2008

En diciembre del año 2007 el Frente Progresista, Cívico y Social asumió el gobierno de la Provincia de Santa Fe, luego de 24 años de mandato del Partido Justicialista. En los primeros años la gestión entrante llevó a cabo, mediante el Ministerio de Desarrollo Social junto con otros organismos, un estudio acerca de la situación social de la Provincia de Santa Fe (en especial de las ciudades Rosario y Santa Fe) en base a los datos recabados en el censo nacional del año 2001. La finalidad era medir el grado de vulnerabilidad social de la población teniendo en cuenta cuatro ámbitos: el trabajo, el capital humano, los activos productivos y los activos intangibles (relaciones sociales, capital social).

El concepto de vulnerabilidad social empleado en dicho estudio no sólo contempla a quienes padecen la pobreza sino también a aquellos que, debido a condiciones y/o debilidades del presente, pueden llegar a padecerla en el futuro, es decir, la vulnerabilidad social está referida a cómo y por qué determinados grupos y sectores de la sociedad se encuentran, en forma dinámica y heterogénea, sometidos a procesos que atentan contra su subsistencia y su capacidad de acceso a los niveles de bienestar. En relación a ello, se considera si hay acceso a los derechos básicos como pueden ser: identidad cultural, ciudadanía política, integración social, trabajo, seguridad, ingreso, tiempo libre, entre otros (Liborio et al., 2009: 5). El diagnóstico al que llega el informe plantea que:

“En la década de los noventa se ha profundizado la fragmentación urbana. Las áreas urbanas se diferencian por estratos sociales en términos de infraestructura, calidad de la vivienda, cantidad y calidad de espacios públicos, seguridad y otros atributos que influyen en los niveles de bienestar de los individuos y de los grupos sociales. Esta segmentación también se reproduce en el sistema educativo y en los servicios de salud. Por otra parte, los grupos de muy altos ingresos también reproducen la segmentación residencial en los procesos de privatización de los espacios. Esta fragmentación incidió negativamente en la sociabilización de los diferentes estratos económicos”. (Liborio et al., 2009: 9).

El escenario que se configura en la ciudad de Santa Fe se grafica en el siguiente mapa del agrupamiento de familias según su integración a la ciudad y sus condiciones de vida (lo cual determina si están expuestos a algún grado de vulnerabilidad).

diagnostico_-situacion-provincia-de-santa-fe
Ilustración 1: Ciudad de Santa Fe – Condiciones de Vulnerabilidad.
Fuente: Censo 2001 – INDEC – IPEC – IDESF. Área de Monitoreo y Evaluación de Políticas Sociales MDS

En esta dirección autores como David Harvey (2007) y Pablo Mendes Calado (2010) señalan que las medidas neoliberales abrieron un vacío en el orden social y generaron una destrucción de los vínculos de solidaridad social, ampliando el número de estratos de la población que quedaron vulnerables al empobrecimiento. De esta manera se desarticulan formas tradicionales de construcción del vínculo con el otro y del lazo social, así como también del proyecto de bienestar general hasta entonces amalgamado por el Estado (Mendes Calado, 2010). Todo ello trae como consecuencia una pérdida de los lazos de solidaridad y de la cohesión social frente a un individualismo atroz, intolerancia hacia la diversidad, escasas instancias de convivencia, aumento de estratos sociales vulnerables al empobrecimiento y exclusión social que llevaron al debilitamiento del ejercicio de la ciudadanía de la población y de su sentido de pertenencia a la comunidad.

Asimismo en la Ciudad de Santa Fe, en lo que respecta al espacio público, el diagnóstico inicial resalta su desvalorización como instancia de participación ciudadana y, además, se percibe un cierto rol pasivo-receptivo de la población. Como resultado de ello se manifiesta una debilidad de la población en el ejercicio de la ciudadanía (Gobierno de la Provincia de Santa Fe, 2008). El gobierno provincial adjudica ello al predominio, a partir de los años 90, de una política de especialización del espacio propia de la visión de mercado que valoraba únicamente el consumo, por tal razón la tendencia de ceder el terreno público por precios muy bajos a la concesión privada era moneda corriente.

Particularmente refiriéndonos al espacio público el hecho de dejar el desarrollo urbano a la libre competencia y a los valores económicos inmediatos del mercado permitió convertir en negocio privado los espacios comunes manejados por el Estado; quedando como espacio público lo residual entre calles y edificios. El resultado de este fenómeno es una disminución del espacio público en términos de lugares de encuentro ciudadano, espacios de uso colectivo, plazas, parques, mercados y monumentos (Borja y Muxí, 2000). Ello trae aparejada la producción de desigualdades y marginación, así como también el deterioro de la integración cultural y la gobernabilidad del territorio.

Ante este diagnóstico social de grandes índices de vulnerabilidad, el gobierno provincial se planteó trabajar sobre la “gestión de los intangibles”, es decir, aquellos valores que, si bien no son visibles, son decisivos para el cambio y la particularidad de cada estrategia (Gobierno de la Provincia de Santa Fe, 2008). Se definió entonces un abordaje integral de la problemática descripta centrando su propuesta en dos ejes: innovación cultural para la integración social y obra pública para la cohesión social. En relación a este segundo eje, la obra pública es pensada para objetivar valores como solidaridad, transparencia, participación y recuperación de lo público y sus espacios. Dentro de ese enfoque político de gobierno se podría enmarcar la propuesta del Tríptico: una política pública cultural que articula la innovación cultural y la obra pública mediante la recuperación del espacio público como ejes centrales para propiciar instancias de ejercicio de la ciudadanía (Ministerio de Gobierno y Reforma del Estado de la Provincia de Santa Fe, 2011)

La cultura como herramienta en la construcción de ciudadanía

La gestión provincial adopta como punto de partida una concepción de ciudadanía desde una visión integral en cuanto a las necesidades de la persona se refiere. Se incorporan nuevas dimensiones y derechos a la mirada tradicional asociada al deber electoral como única instancia del ejercicio ciudadano:

“El nuevo concepto de ciudadanía alude a sujetos de derecho que aspiran y merecen una realización personal y social, igualdad de oportunidades, respeto y articulación de identidades y diferencias, así como a una noción de libertad basada en la participación, la solidaridad, la inclusión y la creación popular. A partir de este enfoque, resulta posible entender los planes de desarrollo, la lucha contra la pobreza y la exclusión social e imaginar la planificación urbana como paisaje de vida y convivencia y como emprendimiento colectivo” (Riveros et al., 2004: 200).

En torno a la noción de ciudadanía a los fines del presente trabajo interesa detenernos en las dimensiones de participación y convivencia. En primer lugar, la gestión provincial adopta una postura la cual considera al ciudadano como protagonista, es decir, se basa en una concepción ampliada de la ciudadanía cuyos ejes son la participación y la recuperación del espacio público como pilares fundamentales para la profundización democrática (Gobierno de la Provincia de Santa Fe, 2008). Por tal razón esta gestión entiende que: “Recuperar el espacio público es una requisitoria de la hora, teniendo en cuenta que el valor comercial del terreno y el modelo consumista están poniendo al ciudadano fuera del disfrute de su propia ciudad” (Riveros et al., 2004: 201).

Uno de los ejes, entonces, se centró en recuperar los espacios públicos para construir paisajes de ciudadanía, es decir, construir los ámbitos y las acciones para que el hombre se apropie de lo suyo. Inspirada en la teoría política de Hannah Arendt la gestión provincial entiende que: “El espacio de todos es el lugar donde ‘aparecer’ ante los otros, con un cuerpo, una dignidad, una historia; donde el relato insiste en igualar oportunidades, no excluir, creando alternativas al modelo neoliberal” (Riveros et al., 2004: 189).

La refuncionalización de los espacios públicos emblemáticos y simbólicos para la ciudad de Santa Fe fue relevante en este proyecto de devolverle su protagonismo como la Capital Provincial. Se trató de una estrategia de carácter simbólico, donde se retomaron los imaginarios sociales y las metáforas profundas que sostenían a los espacios y a una ciudad. Esto último está ligado, a su vez, a las grandes intervenciones edilicias llevadas a cabo en los lugares porque refieren a posicionar a la ciudad como nuevo destino arquitectónico. La magnitud de las obras no es un detalle menor, sino que tales propuestas de calidad jerarquizaron los lugares y se volvieron puntos estratégicos donde antes eran sinónimo de abandono y ausencia estatal. La propuesta del Tríptico insiste en eso: propiciar espacios estéticos con la finalidad de decirle al ciudadano que merece lo mejor.

Al respecto Adrián Gorelik señala que ya en los años 80 comenzaron a operar las diversas representaciones del espacio público para pensar la transformación de la ciudad en un sentido progresista. El autor agrega que, poniendo énfasis en la reactivación política de la ciudadanía, la categoría espacio público se convirtió en el eje central para una novedosa reconsideración del problema democrático por parte de la izquierda (Gorelik, 2008). Se podría enmarcar a la gestión que llevó a cabo el Tríptico (el Frente Progresista, Cívico y Social) dentro de estos sectores políticos que consideran la recuperación del espacio público como una vuelta al protagonismo ciudadano y a la apropiación de la ciudad generando de este modo instancias de encuentro, participación y convivencia.

La otra dimensión de ciudadanía que interesa trabajar a partir del caso estudiado es la de convivencia. Desde que se produjo el derrumbe del mito de las naciones culturalmente homogéneas los gobiernos se enfrentan al nuevo desafío de fomentar el sentimiento de pertenencia de sus ciudadanos a la comunidad en el marco de sociedades heterogéneas donde conviven diferentes estilos de vida.

Retomando la concepción de espacio público que subyace en el Tríptico, basada en la teoría política de Hannah Arendt, predomina la idea de que el espacio público (además de ser ámbito de participación) refiere al arte de vivir los unos con los otros y es en el marco de esa pluralidad donde se considera que se debe buscar el bien común en pos de la convivencia armónica (M. A. González, comunicación personal, 1 agosto 2017). Los espacios que integran el Tríptico son lugares plurales, múltiples, intersociales, intergeneracionales, públicos, gratuitos, accesibles, para todos y para todas las edades, es decir, tienen como punto de partida la pluralidad.

El nuevo enfoque de las políticas públicas culturales resalta el valor de la diversidad cultural para el avance y bienestar de la humanidad en general, así como también de la existencia humana. Diversidad que debe ser aceptada, adoptada, difundida y disfrutada permanentemente con el fin de enriquecer nuestras sociedades (Carta Cultural Iberoamericana, 2006). El punto de partida es la concepción que se centra en el sujeto y las experiencias que como tal, y junto a sus pares, pueden enriquecer una visión de pertenencia a la comunidad en el marco de una sociedad heterogénea donde conviven diferentes estilos de vida. En tal sentido la subjetividad es una entidad cambiante que se encuentra en constante proceso de constituirse y modificarse en base a las experiencias que cada sujeto comparte con sus iguales y con las propias experiencias de ser y conocer, aprendidas e interpretadas intersubjetivamente, por medio de interacciones sociales con otros sujetos y contextos culturales (Hernández, 2010, citado por Espinosa Gómez, 2013). Se busca que la persona en cuanto sujeto pueda experimentar procesos ligados a la construcción de ciudadanía tanto en su desarrollo interno como en su vínculo con el otro:

“(…) la propuesta política del Gobierno de la Provincia, que considera la dimensión cultural como parte del desarrollo de cada persona, como un valor indispensable para la creación de una sociedad más justa y solidaria. Las políticas públicas culturales tienen por finalidad hacer emerger las multiplicidades y lo multilingüístico de los vínculos sociales, estimulando la participación, la generación de espacios de formación, capacitación, producción, distribución y goce de los bienes culturales, garantizando su accesibilidad”. (La Esquina Encendida, s.f.: 5).

Respecto a la concepción de cultura que subyace en el diseño de la política pública, la gestión la desagrega en diferentes dimensiones. En primer lugar consideran que tiene un gran poder de transmisión de generación en generación que perdura en las familias, en los colectivos de personas, los oficios; cuyo contenido es riquísimo y puede presentarse en forma escrita, oral, visual, objetual, sonora, etc.; a través de la experiencia, es decir, mientras el sujeto va viviendo, va aprendiendo. Asimismo, entienden que es una usina de sentido, es decir, una usina de significación central la cual es intangible pero que reúne el conjunto de ideas y valores que determinan el estilo de vida general de una comunidad. Cultura también se interpreta como absolutamente identitaria porque es la capacidad de tener imagen de uno mismo, una imagen del otro, una imagen de la sociedad. Finalmente la cultura, según el gobierno provincial, construye saberes: es una gran máquina de educarse y formarse mutuamente, es la única manera de interpretar el mundo a partir de la construcción de saberes sobre nosotros mismos, sobre los colectivos que somos y sobre una visión de mundo (M. A. González, comunicación personal, 1 agosto 2017).

Centrándonos ahora en el vínculo entre ciudadanía y cultura, de acuerdo a la definición de Adela Cortina (1999); la ciudadanía tiene que ver con una forma de identidad, es decir, con un proceso de identificación e igualación por medio del cual un individuo es considerado miembro de pleno derecho de una comunidad política (Cortina, 1999 citado por Candioti, 2012). En este punto la dimensión cultural tiene un rol central en la medida en que la cultura, por medio de los principios formativos, crea un determinado universo simbólico-expresivo que va a contener las claves que otorgan sentido al estilo general de vida de una comunidad por un espacio de tiempo. Tales principios formativos son construcciones sociales, es decir, condensan determinados valores, creencias, motivaciones, sentimientos, aspiraciones, ideas e imágenes (Santillán, s.f.).

“(…) la cuestión de las políticas culturales en su gestión, implica el desarrollo de la cultura política, al convertirse en un factor constitutivo de la construcción de ciudadanía (…) La cultura política se convierte en un asunto de políticas culturales, toda vez que ellas implican un principio de organización de la cultura interno a la constitución de la política, en donde se produce un sentido de orden de la sociedad y se generan los principios de reconocimiento mutuo”. (López Borbón, 2015, p. 6).

En relación a ello la noción de cultura trabajada en el Tríptico es consecuente con lo que se viene desarrollando:

Si se parte de considerar la cultura como la producción de marcas simbólicas que caracterizan a una comunidad en un momento histórico determinado, sin duda ésta incluye la ciencia, el arte, la tecnología, las ideas, el gusto, las formas y las costumbres de los sujetos. Todo ello forma parte de un legado que debe ser enseñado, mostrado a los niños para que puedan realizar la operación de apropiación y luego de transformación. (Riveros et al., 2004: 221).

La cultura es un elemento clave en la organización de la constitución política de una sociedad en la medida en que los valores, creencias y motivaciones condensados en los principios formativos de la dimensión cultural, crean un determinado universo simbólico expresivo que otorga sentido al estilo general de vida de una comunidad por un cierto espacio de tiempo y genera, también, los principios de reconocimiento mutuo. Por tal razón es clave en el ejercicio de la ciudadanía, ya que establece una forma de identidad y memoria colectiva que suponen un proceso de identificación e igualación en el cual es posible construir un nosotros que permita indagar distintos proyectos de futuro y lograr una convivencia armónica. También mediante el acceso a los derechos culturales es posible trabajar en una dimensión activa de la ciudadanía, generando instancias donde el ciudadano se vuelva protagonista.

Estrategia

El Tríptico trabaja en sistema y sus tres espacios se articulan transversalmente en torno a un eje: la imaginación. Sin embargo, cada lugar posee su autonomía y aborda la temática según una determinada dimensión y las materialidades, soportes y dispositivos que le fueron asignados para llevar a cabo su tarea, es decir, se complementan el uno con el otro.

Se trata de un proyecto de pedagogía urbana, que entiende a la ciudad como territorio de múltiples aprendizajes y al espacio público como escuela de democracia y lugar sagrado. Posee como punto de partida cuatro postulados que se constituyen como una suerte de manifiesto: el primero es la máquina de sentido. Refiere al ser humano como una máquina de simbolizar, de desplazar, de sentido; por tal razón los imaginarios sociales están alimentados en el Tríptico. El segundo elemento del manifiesto refiere a los niños y jóvenes como eje de cualquier política pública cultural. Las transformaciones culturales se ven principalmente impulsadas por las personas entre los 0 y 30 años porque imponen a la cultura otra mirada del tiempo, del espacio, de los objetos, del cuerpo y de la acción. Por tal motivo el eje de las políticas culturales deben ser los niños y jóvenes porque son quienes arrastran a las demás generaciones, de ahí que la consigna sea “con los niños, para todos”. El tercer postulado refiere al ciudadano como protagonista: hacer que se sienta vivo y por medio de la cultura se acentúe preguntas y sensaciones; brindándole lugares, saberes, valores donde él mismo tome noción de su propia existencia. El cuarto y último componente es: se aprende y se educa desde que uno nace hasta que muere. El aprendizaje es sistemático en el cual la cultura tiene una misión fundamental de saberes de todo tipo que son manuales, éticos y afectivos. Está vinculado a la permanente transmisión de las familias, los colectivos, los empleos de generación en generación (M. A. González, comunicación personal, 1 agosto 2017).

El diseño de la política se estructura en tres líneas de acción trabajadas con distintos énfasis en cada espacio consolidando sus identidades en el marco del sistema: el contacto con las materialidades a través del diseño, construcción y la producción de bienes culturales (El Molino), la vida cotidiana como arte (La Redonda) y las múltiples formas de aprender (La Esquina).

La consigna del “Molino, Fábrica Cultural” es realizar un homenaje al mundo del trabajo. El proyecto retoma los principios pedagógicos y formales de la Escuela de la Bauhaus, un movimiento impulsado en Alemania en 1919. Por tal razón se llevó a cabo una fábrica cultural donde se puede experimentar con diferentes materiales, ya sea vidrio, madera, telas, metal, papel, cerámica, entre otros, para indagar acerca del proceso de diseño y fabricación de bienes culturales y comprender que la creación de todo objeto requiere trabajo. A partir del hacer, crear, inventar e innovar los sujetos incorporan diferentes aprendizajes tanto desde el vínculo con la materialidad como en la interacción con otros sujetos a través del intercambio de experiencias.

A grandes rasgos la “Redonda, Arte y Vida Cotidiana” es una invitación a viajar a través de los imaginarios sociales y el mundo simbólico. Mediante sus propuestas promueve el ejercicio de una ciudadanía activa, dejando de lado el rol del público espectador y, en cambio, haciendo que los sujetos se vuelvan protagonistas al proponer la vida como verbo, como acción. Asimismo centra su proyecto en encontrar el arte en los pequeños actos de la vida cotidiana y cómo en ese vivir las personas establecen vínculos y afectos y toman noción de la existencia del otro.

La “Esquina Encendida” tiene como principal eje trabajar con las múltiples formas de aprender a partir de diferentes formatos y ello es uno de sus signos distintivos. Ofrece variadas actividades, talleres, deportes y juegos para todas las edades y a libre elección. Su funcionamiento tiene características similares a las de un club barrial donde transitan todas las generaciones (en especial los jóvenes), favoreciendo la cohesión social, promoviendo la participación ciudadana e incentivando la convivencia y el aprendizaje mutuo.

Los medios elegidos para llevar a cabo la política son la imaginación, la creatividad y el juego. Todas las propuestas y dispositivos lúdicos están pensados para trabajar la imaginación y la creación. El niño es una persona cuya forma de ser y estar en el mundo es jugando y jugar es pura imaginación puesta en movimiento, por tal motivo es imprescindible para todo crecimiento y aprendizaje (D. Gómez, comunicación personal, 14 julio 2017). Es reconocerle al juego su capacidad transformadora:

Aunque una lógica repetitiva no permite visualizar la creación cotidiana, jugar, en el amplio y total sentido de la palabra es disponer los términos de otro modo, innovar, simbolizar, disfrutar (…) (se) descubre en este acontecimiento una muestra de la utopía posible, una manera extraordinaria de apropiación del espacio público por los ciudada
nos, una forma de creación colectiva. (Riveros et al., 2004: 193)

El juego es empleado como estrategia para generar procesos ligados a la creación, selección, combinación y operaciones cognitivas, es decir, lo cognitivo no se separa de lo creativo. Por tal motivo se promueve la combinación de operaciones analíticas y creativas trabajando con las ideas, emociones, sensaciones, percepciones, afectos, imágenes internas del sujeto y conceptos con la finalidad de reunir nuevamente cuerpo y mente.

El eje es la imaginación porque, tal como entiende el equipo del Tríptico, es en presencia de las cosas que el ser humano va conceptualizando y es luego ante la ausencia de las cosas que llega la imaginación. El único que puede trabajar en ausencia de las cosas (porque ya lo vivió y luego internalizó esa sensorialidad) es el hombre. La cultura en esta instancia es clave en el proyecto del Tríptico porque es una gran máquina de sustituir: tiene una enorme cantidad de materialidad, de presencia y una enorme cantidad de ausencia que no se guarda en ningún lugar, porque ni siquiera está encasillada en algún lado. Entonces por medio de los bienes culturales se enseña a la gente los lenguajes para que, a través de ellos, sin darse cuenta, en acción y creando lleguen a la sensorialidad, a la sensibilidad, a los afectos, a los vínculos, a los conceptos y trabajen la ausencia y sean capaces de simbolizar en ausencia y representar lo que no está (M. A. González, comunicación personal, 1 agosto 2017).

En relación a los instrumentos conceptuales, la política se asienta fundamentalmente en dos vías: a nivel urbanístico la refuncionalización simbólica de los espacios públicos y a nivel de la configuración de cada lugar a través de dispositivos lúdicos, los cuales son lugares con impronta fuertemente escenográfica que predisponen el cuerpo y los lenguajes de una determinada manera en base a la matriz metafórica que los sustentan.

Reflexiones finales: espacios públicos culturales que apuntan a tejer comunidad*

A modo de reflexión final se trabajará con la propuesta de Liliana López Borbón (2015), quien observa una tendencia creciente en Latinoamérica de iniciativas gubernamentales y de la sociedad civil dirigidas a desarrollar proyectos comunitarios que incorporan nueva infraestructura o la puesta en valor de espacios destinados a actividades culturales con el fin de tejer comunidad. Dentro de esta tipología encuadra los proyectos del Sistema de Parques Bibliotecas Públicos (Colombia), los Pontos de Cultura (Brasil), las Fábricas de Artes y Oficios -Faros- (México) y las Usinas Culturales (Uruguay). A continuación se expondrán las razones por las cuales se podría enmarcar al Tríptico dentro de esta tendencia.

Una primera característica de esta tipología es el rol central de la construcción simbólica del espacio físico en pos de ofrecer la apropiación de la comunidad al mismo y la sostenibilidad del proyecto cultural (López Borbón, 2015). Como se ha descrito, los tres lugares que componen el Tríptico trabajan con la dimensión simbólica no sólo a través de la obra pública refuncionalizada sino también por medio de sus propuestas, actividades y dispositivos ideados para recuperar la historia, imaginarios sociales, universos simbólicos, valores y creencias que lleva consigo cada edificio y las personas que los transitan.

Otra característica de la tipología refiere a que los espacios son públicos en relación a la densidad de trámites que ocurren allí (más allá de la esfera gubernamental) y, en su mayoría, brindan servicios gratuitos (López Borbón, 2015). Los espacios del Tríptico son de carácter público, gratuitos, de acceso libre, plurales, intersociales e intergeneracionales. López Borbón (2015) también hace referencia a los programas de voluntariado cultural como instancias fundamentales para el proceso de construcción de ciudadanía y el mejoramiento de la calidad de vida de los gestores y animadores culturales. El Tríptico cuenta con un programa de residencias culturales destinado a jóvenes entre 18 y 25 años para trabajar un año en uno de los tres espacios, donde se les ofrece una formación integral como coordinadores culturales e intermediarios entre la comunidad y las propuestas.

Asimismo López Borbón (2015) añade que son frecuentes las charlas, talleres y clínicas donde los sujetos pueden socializar sus experiencias en torno a la construcción de los procesos estéticos de las actividades culturales. En ese sentido cada espacio del Tríptico organiza seminarios, talleres, charlas; apuntando al intercambio de experiencias y saberes entre artistas, ONGs, entidades privadas, escuelas y la comunidad en general.

Otro rasgo típico de los espacios que buscan tejer comunidad refiere al reconocimiento del sujeto como actor libre y creativo, por tanto, digno de la acción cultural. El diseño de los espacios, entonces, debe apostar a la expresividad de esos actores y la constitución de nuevas maneras de nombrarse y desarrollarse. Además se da una ampliación de los repertorios al brindar a los ciudadanos una aproximación diferente a los universos de sentido más allá de los que circulan en los medios de comunicación o en el territorio. Especialmente en escenarios donde hay una lucha cotidiana por la sobrevivencia, elevados índices de violencia e inseguridad se da lo que la autora denomina una marginalidad simbólica (López Borbón, 2015). En tal sentido el Tríptico tiene entre sus metas la democratización de los bienes culturales y su acceso irrestricto por parte de los diferentes sectores que componen la comunidad. Se promueven bienes culturales más complejos, sistemáticos, participativos e inclusivos para que el ciudadano sea el protagonista.

Por último esta tipología de espacios se caracterizan por buscar desestructurar las fronteras internas de la ciudad alimentando circuitos de tránsito entre centro y periferia y también habilitando instancias de intercambio con artistas emergentes y consolidados y así alimentar la vida comunitaria. Por tal razón estas políticas se desagregan en diferentes centros que articulan significado y función en el conjunto del territorio (López Borbón, 2015). El Tríptico está descentralizado en tres sitios en diferentes zonas de la ciudad. Respecto al tránsito entre centro y periferia el proyecto tiene como finalidad conectar el centro (históricamente una de las zonas privilegiadas de la ciudad) con el norte de Santa Fe (uno de los lugares más postergados). Se busca articular distintos sectores de la ciudad en pos de facilitar el flujo de personas de un lugar hacia otro y favorecer el intercambio. Por las razones expuestas se podría enmarcar al Tríptico dentro de los espacios públicos culturales que, como describe López Borbón, tienen por finalidad tejer comunidad.

Centrándonos ahora en el estudio del diseño de las políticas públicas, analizar el caso elegido posibilitó una reconstrucción del diseño en doble sentido. Por un lado permitió rearmar el sendero trazado por los creadores debido a que la planificación conceptual de la política estudiada no estaba escrita. Por otro lado, dicha reconstrucción facilitó el armado de un marco analítico a partir del caso estudiado y, desde allí, la realización de aportes al campo de las políticas públicas culturales. En primer lugar ello se vio reflejado al poder enmarcar la política pública dentro de una tendencia de espacios culturales que están trabajando en la misma dirección y contribuir a ese marco aportando los rasgos propios del caso estudiado. En segundo lugar posibilitó evidenciar, desde la teoría, cómo la dimensión cultural puede ser eje de políticas públicas cuya finalidad sea producir cambios estructurales, multidimensionales y dinámicos en la sociedad.

Finalmente el estudio conceptual del diseño de políticas públicas nos permite dejar abierta la puerta para futuros estudios acerca de cómo esta herramienta de análisis nos puede ayudar a evidenciar la concepción de Estado y sociedad que tiene un gobierno, especialmente en aquellas áreas como desarrollo social, educación y cultura encargadas de la producción de sentido y la gestión de los valores intangibles.

*
Categoría elaborada por Liliana López Borbón en La gestión cultural como construcción de ciudadanía trabajo ganador del Premio Internacional Ramon Roca Boncompte de Estudios de Gestión Cultural en 2015.

Bibliografía

XVI Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno (2006): Carta Cultural Iberoamericana.
BORJA, J. y MUXÍ, Z. (2000). Espacio público. Ciudad y ciudadanía. Barcelona: Electa.
BUENO SUÁREZ, C. y OSUNA LLANEZA, J. (2013). Evaluación del diseño de políticas públicas: propuesta de un modelo integral. Revista del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo Reforma y Democracia, (57), 37-66.
CANDIOTI, M. (2012). Ciudadanía: aproximaciones al concepto y desafíos a lo largo de su historia. En QUIROGA, H. (coord.) Ciencia Política. Reflexiones sobre conceptos y problemas de la disciplina (pp. 55-65). Santa Fe: Ediciones UNL.
ESPINOSA GÓMEZ, A. (2013). Configuración de la subjetividad en la primera infancia en un momento posmoderno. Infancias Imágenes, 12(2), 18-28.
Gobierno de la Provincia de Santa Fe (2008). Plan Estratégico Provincial Santa Fe: cinco regiones, una sola provincia. Gobierno de la Pcia. de Santa Fe y Unión Europea.
GORELIK, A. (2008). El romance del espacio público. Alteridades, 18(36), 33-45.
HARVEY, D. (2007). El Estado neoliberal. Breve historia del neoliberalismo. Madrid: AKAL.
La Esquina Encendida: con los jóvenes para todos (s.f.). Recuperado de: https://bit.ly/2KqB8xF
LIBORIO, M. et al. (2009). Aproximaciones al Diagnóstico de la Situación Social de la Provincia de Santa Fe. Área de Monitoreo y Evaluación del Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Santa Fe, Instituto Provincial de Estadísticas y Censos e Infraestructura de Datos Espaciales Provincia de Santa Fe.
LÓPEZ BORBÓN, L. (2015). La gestión cultural como construcción de ciudadanía. Trabajo ganador del Premio Internacional Ramon Roca Boncompte de Estudios de Gestión Cultura. México. Recuperado de: https://bit.ly/2w1McOI
Ministerio de Gobierno y Reforma del Estado de la Provincia de Santa Fe (2011): Obra Pública para la Cohesión Social.
MENDES CALADO, P. (2010). Políticas culturales a nivel local: Una oportunidad para la re-construcción del lazo social. Trabajo presentado en Foro RedMuni (12 y 13 agosto), Salta.
TORRE, J.C. (2003). Los huérfanos de la política de partidos. Sobre los alcances y la naturaleza de la crisis de representación partidaria. Desarrollo Económico. 42(168), 647‐665.
RIVEROS, H. et al. (2004). Políticas para la Gobernabilidad. Experiencia Rosario. Rosario: Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y Gobierno de la Municipalidad de Rosario.
ZYSMAN, G. (2010, 29 de diciembre). El cambio debe continuar. Diario Página 12. Recuperado el 1 noviembre de 2017 de: https://bit.ly/2jiaKd3

Fotografías
Aimé Luna

Del autor 

pascullo

Magister en Relaciones Internacionales Comparadas.
Licenciada en Ciencias Políticas.

Palabras claves

Ciudadanía • Políticas Públicas Culturales • Espacio Público • Análisis Conceptual del Diseño

Presentación del artículo

IV Jornadas de Ciencia Política del Litoral, FHUC - UNL.